¿Puede la historia de una familia excéntrica convertirse en símbolo de un país y de una época? ¿Es la originalidad la más común de las obligaciones? ¿Se narra una vida o se narra contra la vida?
El humor y la tristeza se entremezclan en estas páginas para ofrecernos el retrato, al mismo tiempo mordaz y sentimental, de una no tan típica familia española. El narrador, a punto de cumplir cuarenta años, no sólo mira hacia el pasado para contar su particular educación sentimental, sino que, ya en el presente, retrata con bisturí a toda esa sociedad que vivió el cambio de siglo como un tránsito desde el estado de bienestar hasta la crisis creyendo siempre que los culpables eran, sin duda, «los otros».
¿La trama? Madre de clase baja se compromete en los años sesenta con el señorito de la casa en la que trabaja, joven ingeniero. Tendrán cinco hijos: dos músicos de rock, un mecánico, un camarero y un librero. Ninguno terminará sus estudios. Pasa el tiempo, los padres se divorcian. La madre enferma. El padre, que se ha jubilado y compite con éxito en triatlón, también enferma: sufre un infarto mientras monta en bicicleta. Serán ahora los hijos quienes cuiden de los padres...
Pero la trama, en este caso, es el punto previo a la novela, el lugar del que uno quiere huir, y El viaje a pie de Johann Sebastian narra esas fugas: a través de la música, de la política, de la seducción, del arte, incluso del dandismo de barrio y una bohemia muy particular.
En medio de esta historia sobre la caducidad de una familia (de muchas familias, en realidad), asistimos a otra historia en apariencia distinta pero clave aquí, pequeño artefacto alegórico que introduce sutiles modulaciones en el resto de la trama y altera radicalmente los presupuestos realistas de la narración: Johann Sebastian Bach, con veinte años, viaja de Arnstadt a Lübeck para suceder a su maestro, el organista Buxtehude. Un viaje a pie de 350 kilómetros con un final inesperado. Otra fuga a través de la ficción.