Laberíntica, movediza, acuática sin agua, hermosamente vieja y terriblemente moderna, la Ciudad de México es la casa de las contradicciones. Reúne empleos inefables —el merenguero, el vigilante, el vulcanizador, el limpiador de alcantarillas—, emporios de la corrupción y el amiguismo, la tradición y la vanguardia artísticas, el mercado menos regulado mejor organizado y la comida callejera más sofisticada. Inexplicablemente, ese entorno no impide que sus habitantes respiren aires —sucios— de confraternidad, simpatía y orgullo. Reeditado para la Biblioteca Juan Villoro —una colección de algunas de las obras más significativas del autor—