De norte a sur se escuchan los susurros; los ecos de las ánimas que se niegan a partir de un valle repleto de dolor. Sin importar la forma, el color ni el tiempo, una caravana de espíritus con mil nombres y mil rostros se congregan en la América Latina pidiendo una voz, una lágrima o un recuerdo.
El Valle de las Ánimas es su hogar, un páramo oscuro y melancólico adonde no deja de llover jamás.