Un vado es donde el arroyo pierde hondura y es posible cruzarlo; pero en la lengua vernácula, “vado también es “vaho, hálito. Ambos sentidos confluyen en este libro. La música y el arrebato que hay en la corriente son el tránsito y la entrada a otro orden, a otra profundidad.
El uso de las formas tradicionales brinda a la obra de Yáñez una suerte de excentricidad paradójica; tras el artesonado, los acentos y la rima, hay el guiño y un compás en que se reconocen tanto la energía como el cuerpo del habla popular y anónima que, como pensaba Alfonso Reyes, son quienes proveen de vida y profusión a las palabras.