Intento extasiarme con el partido, más, más, cada vez más, aunque mi cerebro me manda señales para advertirme que este cosquilleo que ahora siento, este espectáculo que se promete como lo máximo por los siglos de los siglos, el enfrentamiento entre dos seres que por la televisión se han vuelto mitológicos, se terminará tan pronto alguien anote una carrera.