Al mundo del Último día de Ximena Gómez se llega por veredas que la autora traza con precisión y delicadeza magistrales, con un pincel a la vez exquisito y escatológico. Este es un libro escuchado en susurros, un inventario minucioso del espacio que alberga el duelo, la ausencia, y hasta el amor: pequeños ruidos, sombras que esbozan en callado forcejeo las figuras de los que están, y de los que se han ido.