Escribo esto y el mundo arde. Los bosques, los mares, los territorios ocupados. Cuerpos inflamados después de una pandemia y de sus secuelas, atravesando el necrocapitalismo como podemos, a contracorriente, procurando la resistencia, la reexistiencia, cada vez más y en distintas maneras. Y mientras tanto, esta ola invocada y convocada, estos Tsunami que nos han estremecido revolcado y acompañado durante ya algunos años se resignifican y transforman. En este tercer volumen nos encontramos inmersas en el cuerpo-territorio que se defiende y también en los cuerpos madres, hijas, y la madre tierra. Cuidadoras de abejas, cineastas, defensoras del territorio, poetas, editoras, activistas, ensayistas, luchadoras, abogadas, migrantes, caminantes, profesoras, todas escriben sobre nuestras condiciones de diferencia y de pertenencia, de respons-habilidad es decir nuestra habilidad de responder, como diría Gloria Anzaldúa y de hacer hogar, crear a través de la palabra y la acción el lugar que habitamos. En estos textos el lenguaje es el sitio de la creación de comunidad desde la divergencia y la convergencia, desde la pluralidad, es el sitio de la ruptura y de la sutura.