Obra inédita de Ramón María del Valle-Inclán, El trueno dorado plantea una visión del período crítico de la historia española: el reinado de Isabel II, previo a la revolución de 1868, época en la que como hoy en nuestro presente, se ignoraba la igualdad de personas ante la ley.
Los cachorros de la aristocracia cometen un asesinato por capricho, por prepotencia, por saberse impunes. Esta noción de impunidad debido a las connivencias con el poder real constituyen el verdadero hilo conductor. Todo eso se va anudando en una especie de lazo que hace que se perciban todas las carencias respecto a la sociedad y la justicia, todo el poder de las clases dominantes que echan tierra al asunto, porque el problema consiste en quiénes son los que han asesinado y quién es el asesinado, un pobre guardia municipal al que tiran por la ventana. En un suceso que parece de menor importancia, Valle-Inclán nos plantea un conflicto de primer orden.
El trueno dorado —la juerga dorada— se asoma a un periodo crítico de la historia española, el fin del reinado de Isabel II de Borbón, con la revolución de septiembre de 1868. Un movimiento cargado de esperanza que se desmoronó, como suele ocurrir, porque unos querían que no cambiara nada, y otros querían cambiarlo todo demasiado pronto. Más allá del momento histórico, esta pieza explora un tema que sigue siendo vigente: no existe la igualdad de las personas ante la ley. Los hijos de la clase dominante pueden ser unos parásitos, ir por el mundo haciendo lo que quieran con impunidad. Juan Antonio Hormigón tomó una obra póstuma de Valle- Inclán, muy poco conocida, fronteriza entre el teatro y la novela, y la contrapunteó con otros textos de La corte de los milagros para armar este obra, cuyo interés será tan grande en el escenario como en la lectura.