Bob Kauman es poeta, beatnik y también negro.
Un día escuchando música de jazz comenzó a escribir poesía. Había leído a los poetas malditos y a los existencialistas franceses, sin embargo; no era en esos momentos un poeta puro, pero la distancia entre lo blanco y lo negro no le impidió serlo. Kaufman tenía solo una pretensión: escribir poesía. Quizá por ello llegó un poco tarde cuando ya el movimiento beat sacudía las calles de san francisco y Ginsberg leía en voz alta el aullido. Bob se detuvo un poco más pero escribió una obra fundamental y original que le valió el reconocimiento de sus contemporáneos Jack Kerouac y Gregoy Corso.
Bob seguía escuchando jazz, no podía dejar de hacerlo, como adrenalina recorría su palabra encontrando cause en la oralidad y el ritmo hasta desembocar en poemas que como dice Felinghetti: “pensados especialmente para ser acompañados por música de jazz y en cuanto tales, deben ser considerados como mensajes orales dichos con espontaneidad más que por poemas escritos para la página impresa”.
Así que ya lo sabes, Bob pertenece a esta pléyade de originales y desasosegados poetas que buscándose no encuentran en esa sencilla experiencia del lenguaje de versos que reinventándose en cada momento parecen decirnos: ustedes son nosotros, acérquense, cantemos la libertad.
Pero eso no es todo, a Bob Kaufman es la primera vez que lo traducen al español, así llega a México.