Empieza la primera de las historias de La trilogía de Nueva York, Ciudad de cristal, con un escritor de novela policiaca que, por azar, se convierte en protagonista de una investigación real y se ve actuando como un detective por las calles de la ciudad de los rascacielos mientras se cuestiona quien es en realidad. En Fantasmas, se conforma un laberinto de busquedas que Azul, el detective, debera desentrañar. En la Habitación cerrada, el protagonista recibe el encargo de buscar a un amigo de la iinfancia desaparecido que ha dejado una maleta llena de manuscritos ineditos que deseaba que fueran publicados, por razones un tanto confusas. Tres caras de una misma historia con la que Paul Auster reinventa el género policiaco.