El Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones fue un libro precursor que se hizo justamente mítico en ía época del Mayo del 68, inscribiéndose en una línea de agitación radical, de crítica global del viejo orden del mundo.
En la primera parte, "La perspectiva del poder", se describe la vida real con sus condicionamientos, mientras que en la segunda, "Inversión de la perspectiva", se dan las pautas para la futura vida posible centradas en tres elementos: creatividad, espontaneidad y poesía.
Algunas de sus ideas básicas: la defensa a ultranza del derecho individual a la subjetividad; el rechazo de un mundo donde la garantía de no morir de hambre se cambia por el riesgo de morir de aburrimiento; la reivindicación de lo "vivido" en contra de la espectacularidad con que se adorna y vence «lo representado<; la oposición a los imperativos económicos, que convierten a todo ser humano en cronómetros vivientes, esclavos del tiempo-mercancía.
En su Tratado, en el que se dan cita tantas heterodoxias, Vaneigem invoca, entre otros, a Sade, Fourier, Babeuf, Marx, Stirner, Lautréamont, Zapata y Makhno, junto con el principio "tengo deseos; luego existo".