Tombeau es un libro que hace honrar a su origen, una música cadenciosa, docta y esmerada en su melodía. Es un libro expuesto, y con ello me refiero a su nitidez, a su trasnparancia: un despliegue poético de lumínicos y sonoros versos que discurren fluidos, que, como la naturaleza que contiene, son de formas sencillas y elgantes. Aquí la poesía se inclina desde la palabra, cayendo dentro de sí misma “Del punto ciego a los ojos” en imágenes plenas de ambientes que trasvasados por la pluma de su autor son enigmáticos y asombrosos, fotografías instantáneas de otro tiempo. Una meditación profunda que nos confronta con nuestro destino común: “Todo apoya la ausencias impalpable sobre una / superficie rasa cuyo / contorno se recoge / a la insustancialidad.”
