Las sombras errantes es el titulo de una pieza para clavicémbalo de François Couperín, que Pascal Quignard toma prestado para titular a su vez el primer volumen de uno de sus ciclos narrativos más ambiciosos, Último reino, del que lleva publicados once volúmenes (el último de los cuales, hasta la fecha, El hombre de tres letras, publicado en esta misma editorial en 2021). Gigantesca obra en curso, proceso verbal, magma de sueños, de recuerdos, de géneros, escritura fragmentaria, quizá el ejemplo más conspicuo y logrado de toda su proteica obra, que le permite transitar “por sendas nunca usadas”, errar a su capricho, perderse sin perderse, caerse y levantarse…, mientras va tomando notas, apuntes, hace listas, traducciones, salta de un género a otro, de un siglo a otro, de un libro a otro… Quisiera modificar la percepción del tiempo. No creo en la existencia de un pasado, un presente y un futuro.
En 2002 Las sombras errantes fue distinguida con el premio Goncourt, el más prestigioso premio literario de Francia.
Todo empezó, nos cuenta en este libro, un día de abril de 1994, un día soleado. Salía del Louvre como tantas otras veces. Iba solo. Cuando de repente aceleré el paso. ¿Por qué lo hice? No tenía prisa, nadie me esperaba aquel día. Me volví, nadie me seguía. Cruce el Sena, miré bajo los arcos del Pont-Royal el agua completamente cubierta de una reluciente blancura, vi el cielo completamente azul por encima de la rue de la Baume, empujé sin detenerme la enorme puerta de madera del nº 5 de la rue Sébastien-Bottin, y dimití de golpe de todas mis funciones.
Pascal Quignard, dedicado exclusivamente a la escritura desde aquel día, probablemente sea el autor francés más prolífico de los últimos tiempos.
“No se puede ser a la vez guardián de prisión y un hombre evadido”.