Una profesora de inglés que sueña con casarse, un mimo que no puede parar de hablar, una lesbiana despechada, un padre que desprecia a su hijo, un cura pedófilo, una criada demasiado servicial, una ama de casa que escribe poemas en secreto.
Vidas que van del gris al negro y terminan unidas por el hilván invisible que supone la acción de un psicópata acorralado por sus obsesiones. La soledad del mal no es una novela policial de enigma: el nombre del asesino se devela en la primera página. Es, en todo caso, una profunda exploración de almas en pena que indaga sobre las diferentes maneras de ser víctima y culpable.