El viaje turbulento por el país de la memoria nos depara horas de consuelo y desconsuelo. Tal es su naturaleza inestable. La poesía, en cambio, nos devuelve lo perdido: lo mejora. Es una de nuestras pocas venganzas contra el olvido y el caos; el complemento del recuerdo. Por eso agradecí tanto la lectura de Solana de Fernando Trejo.