Un joven acólito sufre una extraña enfermedad –o maldición– debido a la cual su cuerpo cobra, lentamente, la textura de una roca; de la mano de una joven japonesa, un turista mexicano visita un pequeño pueblo costero en el que participará de manera inesperada en un rito ancestral; un loro atormenta sin misericordia a un oficinista enamorado. Los personajes de los relatos contenidos en Señales distantes parecen asegurarnos que ahí donde existen los más profundos dolores y obsesiones humanas, se abre una puerta donde tiene lugar lo extraordinario.
Después de la notable recepción de Ausencio, su primera novela,Antonio Vásquez vuelve a sorprendernos con una colección de cuentos en la que además de ofrecer los esbozos de una geografía personal a la manera de Onetti y Faulkner, rinde tributo a una de las más destacadas vertientes de la tradición literaria hispanoamericana: la literatura fantástica. Sin embargo, lo fantástico en los cuentos de Vásquez no se presenta como un puñado de actos mágico-folclóricos, sino como una forma de ver y sentir el mundo, como el hilo mítico que conecta nuestras íntimas muertes y resurrecciones cotidianas con el misterio de la creación: el ciclo del origen de la vida y su inevitable destrucción.