Los extravíos de la justicia repercuten hondo en quienes han sufrido la crueldad y la barbarie. Cuando Martha Helena Montoya Vélez decide romper el silencio impuesto por presiones sociales y políticas, su voz estalla en un grito:"Yo te acuso, Pinochet".
El dictador chileno vivía aún pero lo amparaba un manto de impunidad que le permita evadir su responsabilidad ante los crímenes de lesa humanidad cometidos. La impunidad sería su aliada hasta su muerte. Sobreviviente del campo de concentración que funcionó en el Estado Nacional de Santiago, Montoya Vélez nos entrega un relato conmovedor en el que se exponen las razones altruistas que lo llevaron a ese país hermano, su contacto con el horror y la muerte, y la lucha colectiva y solidaria por la supervivencia de esos cohabitantes anónimos del Estadio. Su testimonio, doloroso y poético, da fe del triunfo de la palabra como herramienta imprescindible en la búsqueda de verdad y justicia.