Robinsón Crusoe se enmarca en la literatura del siglo XVIII, marcada por la Ilustración y el movimiento romántico, que se caracteriza por su entrega a la imaginación y la subjetividad, su libertad de expresión y su idealización de la naturaleza. La novela incluye características de ambos movimientos y también elementos que estarían presentes en la propia vida de Daniel Defoe, como el sentimiento religioso y la pasión por los viajes. Este amor a la aventura tiene gran presencia en la novela, y se muestra como, a pesar de las penalidades que sufre en la isla, el regreso de Crusoe a Inglaterra es anticlimático, y desea volver a su vida de aventuras.