La ciudad de los especuladores y los consumidores, la ciudad de los políticos y empresarios, la ciudad de los banqueros y ladrones mostró su inutilidad, vulnerabilidad y desamparo en que se encontraba con los terremotos de septiembre de 1985. La Ciudad de México quedó al desnudo con un sin número de problemas. A nadie se puede culpar por los temblores, pero sí hay responsables por lo edificado, son aquéllos que ejercen el poder y que usufructuaron el espacio como objeto de lucro sin planeación alguna.
Los sismos de 1985 marcan el comienzo de una sociedad que irrumpe activamente en ras labores de rescate, ayuda y asistencia. Este libro cuenta las historias de diversas personas que participaron activamente en esas labores, son relatos de los voluntarios, médicos y personas afectadas por los sismos, en íntima conexión entre sus recuerdos y vivencias personales.
El narrador nos ofrece detalles, matices de la realidad que estaba viviendo, a veces pareciera insignificante, aunque por esa insignificancia gana riqueza y profundidad su relato. A partir de esas relaciones constantes entre objetos y tiempos, revelamos una parte de lo que significó esta catastrofe para los habitantes de la Ciudad de México.