En su juventud, Diane Di Prima escribió un testimonio, mezcla de autobiografía y ficción (Memorias de una beatnik), donde mostraba su ruptura con los hábitos culturales impuestos a las mujeres en los años cincuenta, y su exploración de formas alternativas de ser mujer y escritora. Ya cerca de los 70 años, retomó la tarea de registrar las tres décadas formativas de su vida en Nueva York, en "Recuerdos de mi vida como una mujer".
Un relato en el que los recuerdos se yuxtaponen con cartas, sueños, fragmentos de diario, entretejidos en una compleja estructura temporal. El tema dominante del libro, como ella indica, radica en “entender los mensajes que recibí sobre cómo ser mujer”. Condición que marca toda la infancia y adolescencia, e incluso su participación y protagonismo como poeta y activista, en la emergente vanguardia artística de Nueva York.
Entretanto, podemos atestiguar el penoso proceso de “americanización” de sus padres, como segunda generación de inmigrantes italianos, la violencia familiar, el agobio que representaba la belleza para las mujeres, y el rol de tener que convertirse en el sueño o deseo de alguien.
Destacan, sobre todo, varios aspectos de su vida, que documenta ampliamente, como la ambivalencia sexual al llegar a la universidad, donde caminaba “con pasos pesados como un extraño híbrido: ni gay ni heterosexual, ni marimacho ni femenina”, que narra con una naturalidad envidiable.
Podemos ver su vida como madre soltera, y su significativa participación en el círculo de poetas y artistas que desarrollaron en la Costa Este una vanguardia marginal y autogestiva. Ese ambiente vigoroso, de la postguerra, que reunía a los poetas de la escuela de Nueva York, el grupo Black Mountain, el movimiento Beat y otros artistas innovadores en el teatro, la música y la pintura, como Frank O’ Hara, Michael McClure, Freddie Herko, Amiri Baraka, Audre Lorde, Charles Olson, Alan Marlowe, Allen Ginsberg, entre muchos otros. Nadie con la naturalidad de Di Prima para evocar esos años de la vanguardia neoyorquina, de la que surgió toda la poesía y el arte de la segunda parte del siglo XX en Estados Unidos.
Rubén Medina, traductor