El 18 de octubre de 1955, moría José Ortega y Gasset rodeado de su familia y envuelto en polémicas oilítico-religiosas, igual que vivió. Han pasado cincuenta años de su muerte y mucha agua ha corrido por el río. Había vivido intensamente, consciente de sus dotes intelectuales y literarias, de muchas maneras intentó influir en la vida española y su palabra fue reconocida, para combatirla o para ensalzarla, pero reconocida.