Hace mucho, pero mucho tiempo, la verdadera princesa mixteca se llamaba Catalina de Peralta. Fue la última en habitar el palacio de Teposcolula, "La Casa de la Cacica". En 1569 heredó el palacio y se hizo dueña de muchas tierras, joyas, textiles, esculturas y piezas de cerámica. Su palacio era de color rosa, ya que la piedra con las paredes están pintadas de color rojizo con grana cochinilla, un parásito que crece en el nopal, muy abundante en Oaxaca, del que se obtienen alrededor de 64 colores, desde el rojo más intenso hasta los morados más claros. Cuando los españoles llegaron a México, permitieron que algunos gobernantes mixtecos conservaran sus reinos. Así es como se hicieron los caciques y las cacicas, que eran personas muy importantes y cuidaban a los habitantes de sus tierras.