El cine posnarrativo está más allá de la narración, después de las historias. El cine posnarrativo ha dejado atrás la cuestión de cómo contar una historia después de haber visto y leído todas las historias, nos descubre que más allá de las historias existen espacios de sentido, de visualidad, de temporalidad y de gestualidad que solo aparecen en la imagen cuando el cine se libera de las constricciones narrativas, primando el espacio, el tiempo y el cuerpo. El cine más allá de la narración nos muestra realidades, sensaciones y emociones que están más allá de lo textual y lo conceptual, un cine donde la verdad, la emoción y la profundidad están en la imagen y no en la narrativa. La narración se sigue manteniendo como obligación o expectativa para gran parte del público y la crítica cinematográfica, aunque los cineastas después de las historias mantienen con ella una relación de negación, de discrepancia, de liberación o de ausencia. Sin embargo, preguntarnos qué es lo posnarrativo sería tan desacertado como preguntarse hoy día qué es arte y qué no, o qué es cine y qué no, porque lo que ha desaparecido es un límite que apunte a una esencia. Las preguntas ontológicas, por lo tanto, han de ser reformuladas: no qué es arte, sino cuándo; no qué es cine, sino dónde; y no qué es posnarrativo, sino cómo. Por la heterogeneidad y la heterodoxia de las propuestas de este cine podríamos comprender la categoría como un concepto de fronteras difuminadas que se define de manera inductiva y no deductiva. Así que para explicar qué es el cine más allá de la narración deberíamos describir cómo son estas películas y luego añadir: estas y cosas similares son posnarrativas. (EDITOR).