Ésta es la era de los milagros. Ya pasó el día de los negociantes asesinos. Los maniáticos sexuales están en el limbo. Los osados artistas del trapecio se quebraron los cuellos. Estamos en un tiempo de maravillas en que nuestros científicos, sufragados y animados por los grandes sacerdotes del Pentágono, dan instrucciones gratis sobre las técnicas de la destrucción mutua y total.