Al poeta libertario y disoluto que poblara las páginas del volumen I le sigue aquí un John Donne cuyas preocupaciones sociales van adquiriendo de manera gradual una significación religiosa. Sus obras le sitúan en el centro mismo de una sociedad cuyas miserias denuncia y deplora. Empieza este segundo tomo con las Cartas en verso que registran de una manera admirable el rico tejido de las relaciones humanas.