«Fue así como me hice escritor, copiando con humildad y reescribiendo con soberbia las cosas que admiraba.»
El lunes anunciaron que se había ganado un premio literario.
El martes lo acusaron de haberse plagiado unos artículos periodísticos.
El jueves lo acusaron de haberse plagiado también el tema de la novela premiada.
El lunes siguiente setenta y nueve escritores firmaron una carta exigiendo que devolviera el premio y que renunciara a su puesto en la universidad, un pequeño imperio.
El miércoles renunció al premio y al puesto.
El mismo miércoles supo que su mujer tenía tratos con el instigador de la campaña en su contra.
El lunes de la siguiente semana le llevaron la grabación de una llamada entre su mujer y su rival.
El jueves su rival amaneció acuchillado. El viernes lo visitó la policía.
Todo esto requiere una explicación.
La explicación es esta novela: un juego de espejos sobre el plagio, la admiración, la envidia, los celos, el azar, la muerte.
Y la policía.