La colonia es un período de nuestra historia del que, hasta hace relativamente poco, casi nada queríamos saber, como si los tres siglos de dominación española, en lugar de formarnos como nación, tan sólo hubieran sido un abominable paréntesis entre la grandeza precolombina y la gesta de independencia.
En parte de se debe a que, en la superficie, la Nueva España fingía una inmovilidad profunda, calcada del pasmo y la parálisis de la sociedad y la corte peninsulares, que Fernando Benítez analiza aquí tan amena como penetrantemente.
Por debajo de este inmovilismo había una sociedad nueva, en busca de sí misma, cuya mayor riqueza -la minería- era explotada en beneficio casi exclusivo de la Corona y los propietarios de los filones. La inequidad y la dependencia de la Colonia producen un nuevo tipo de militares, curas e intelectuiales criollos que conciben la necesidad de la Independencia.
Con agudeza y fervor, Benítez nos describe las conspiraciones, los contratiempos, las contradicciones, demorándose particularmente en las figuras extraordinarias de Hidalgo y Morelos.