Myra Hindley (1942-2002) pasó treinta y seis años en prisión, esto es, pasó más tiempo de vida en cautiverio que en el disfrute de su libertad. Vivió sesenta años y murió de una falla respiratoria.
Los hechos —abominables, sin explicación, lejos de toda humanidad— son de todos conocidos aunque se mantienen controver-siales para quienes buscan una sola verdad en donde parece haber demasiadas.
Estos papeles, que pudieron haber sido escritos por ella, deben ser leídos a la luz de los hechos de la que fue su vida entre 1966 y 2002, en la cual la existencia se transformó en un largo túnel de iridiscencias portadoras de una esperanza de libertad que nunca pudo consumarse..