Qué lejos estaba su hermano Teodoro de imaginar que aquello que le decía Mauricio, siendo apenas un preadolescente de 11 años, visto en ese momento como una tontería de niño, llegaría a convertirse en realidad. "Algún día yo voy a tener una planta de exportación de pescado", dijo Mauricio aquella vez a su hermano. "Está loco Mauricio, deje de soñar... Vendiendo en un balde y pensando en una plata exportadora", le dijo Teodoro incrédulo. "Pues eso es lo que quiero y lo voy a lograr", replicó, Mauricio, seguro de sus palabras.
Con el tiempo, la planta de exportación que era la meta que Mauricio se había impuesto, no sólo existe, sino que llegó a convertirse en la más sólida y prestigiosa del país en su campo.