Ales es el pintor que vive solo en una casa en el Fiordo observando su vida para encontrar un sentido. Aquí, en el volumen II, el lector asiste a dos hechos que marcaron su infancia. Dos hechos que tienen que ver con la muerte y con la vergüenza o el despertar a la oscuridad. Fosse es capaz de devolvernos la sensación pérdida tan presente en la niñez y también la sensación de descubrimiento, ese ver el mundo por primera vez sin saber que cada una de nuestras experiencias determinará nuestra vida.
Jon Fosse dice que no escribe para expresarse, sino para desaparecer. Su literatura tiene un efecto exorcista. Asle y el lector se enfrentan a la oscuridad del ser humano para rechazarla.
Este tomo centrado en la infancia es uno de los más emocionantes porque ahí está todo, el nacimiento de una personalidad que después actuará de manera inconsciente.