Siente la planta de mi pie tu existencia en el mundo: cada paso de la efigie que pueblas en el aire desencadena terremotos en todo el énfasis de la sangre y en la lumbre que ahíta las pupilas sobre de las montañas siempre que estás.
Y estás ahí, a la mitad del frío, donda fe de las cosas quese han dicho acerca de los pájaros perfectos, de ese nombre ya dual y ya uno sólo.