En esta autobiografía Roger Bartra examina un nudo formado por tres hilos que se extienden a lo largo de su vida intelectual; tres flujos que se mezclan en el pozo profundo de su conciencia.
El primero es una obsesión por la verdad que domina su trabajo, a veces de manera estimulante y en ocasiones de forma esclavizadora.
El segundo es la permanente sensación de ser extranjero, de ser un extraño enclavado en una sociedad que lo considera ajeno a ella.
En tercer lugar, una inclinación por la rebeldía que ha tenido que controlar y domesticar para poder convivir con sus semejantes.
Estos flujos,confiesa, le han provocado una permanente sensación de encierro, de estar preso de verdades dogmáticas, de estar en la cárcel de una identidad anómala y de estar poseído por una furia que es necesario mantener atrapada. Pero cuando el nudo se desata, Bartra se siente liberado e impulsado a una búsqueda de verdades frescas y renovadoras, alentado por una rebeldía creativa y estimulante sin estar atado a identidades fijas.