La Luna y el Sol tienen un bebé grande y redondito que se llama Mundo. Pero, aunque se quieren muchísimo, la Luna y el Sol viven separados. Él trabaja todo el día, y ella, toda la noche. Nunca logran estar juntos detrás de las montañas, así que cuando Mundo nació, creyeron que lo mejor para él sería que viviera entre uno y otro, a medio camino entre los dos. Para estar lo más cerca posible de mamá y papá, las estrellas, los ríos y los árboles se convertirán en los inventos más alucinantes, y los niños y niñas, en los mejores aliados para que, cuidando del pequeño Mundo, esa preciosa familia pueda mantenerse unida.
Este cuento pone de relieve el precioso y delicado equilibrio de la naturaleza, esa gran familia a la que todos pertenecemos y en la que todos, desde muy pequeños, tenemos algo que aportar para lograr mantener unida, sana y feliz.
