«A veces noto que alguien me guía. ¿Adónde me lleva? Quizás a un libro que algún día escribiré sobre mis relaciones con Dominique Gonzalez-Foerster y sobre nuestra animada y creativa práctica del arte de la conversación; un texto sobre ciertos paralelismos y correspondencias en nuestros respectivos métodos de trabajo.» EVM
Marienbad eléctrico es el registro del intercambio entre su autor y la artista francesa Dominique Gonzalez-Foerster, a propósito de una instalación de ella en el Palacio de Cristal de Madrid. Pero también es una suerte de diario personal, un paseo sinuoso y lúdico por las afinidades electivas de un hombre y una mujer permanentemente interpelados por el arte del siglo XX. Cultores de una fina esgrima de la conversación como de sugerentes equívocos, Vila-Matas y Gonzalez-Foerster dan cuenta a lo largo de estas páginas de la comunión creativa en la que han forjado su amistad.
Los libros y la transposición de la literatura al lenguaje de las artes visuales son elementos recurrentes en la obra de Gonzalez-Foerster, cuyas instalaciones propician formas originales de escritura, ya no circunscriptas exclusivamente al campo de la palabra: una literatura expandida, multidimensional. “Ambos empleamos técnicas parecidas: reutilizamos materiales ya producidos, trasladamos piezas a sitios inesperados, colocamos en relación elementos muy distintos. Puede no parecer gran cosa, pero no importa si no lo es: esas conexiones –esas sinapsis– hacen girar lo que estaba estancado, resignifican aquello que empezaba a vaciarse de sentido”, afirma el autor en este libro.
Interlocutor lúcido y entusiasta, Vila-Matas es una especie de Watson que interpreta las claves que Holmes-Foerster le va develando a cuentagotas. Pero aporta también las propias: así es como aquí se cruzan inesperadamente Rimbaud, Resnais, Wenders, Perec, Walser, Bob Dylan y Lou Reed, Borges y Bioy Casares; una galería de personajes y procedimientos literarios y artísticos que se combinan en un diálogo inacabado de complicidades creativas.