Una imaginación desmedida, que quizá por eso sirve para medir las posibilidades ocultas de la realidad, campea en las páginas de este libro. Fábulas pedagógicas pero siempre salvajes, los cuentos que integran el volumen poseen un rasgo irónico que el autor despliega no sólo para postular la importancia de no tomar todo tan en serio, sino también para exhibir la seriedad de las cosas que solemos considerar nimias y sin secuelas.
El estilo tragicómico, ácido y a veces delirante de Malditos conejitos rosas resulta propicio para abordar temas problemáticos que preocupan o impacientan a la juventud. Y, pese a su tono fársico, mirar con insólita lucidez las artistas solapadas de la cotidianeidad. Así, con esta colección de relatos que más que buscar prodigan el asombro, Ricardo Cartas se consolida como uno de los narradores más originales de la actualidad.