Loros y cobayas es, según Jan Fabre (Amberes, 1958), un laboratorio de experimentación corporal: «quería tender al ser humano en la mesa de operaciones, con el animal como testigo o como ejemplo. Al final, se transformó en un juego de roles en que el hombre y el animal invierten posiciones». En la producción que se estrenó en Salamanca el 17 de octubre de 2002 actuaban nueve bailarines, un loro y su homólogo humano. El texto que aquí se publica reduce el número de personajes y centra su atención en el (pseudo)diálogo entre la actriz/loro y el loro/actriz.