En este texto, convencida de que leer literatura debe significar la apropiación de un espacio autónomo que permita el desarrollo de una competencia literaria, la autora propone diversas rutas de lectura, para ensanchar las experiencias estéticas y éticas de los estudiantes de educación media superior, con la finalidad de que puedan situarse en su tiempo y en su espacio de un modo más crítico. Por su parte, el impulso de la práctica de la escritura busca que exploren otros ámbitos y maneras de hacer visibles sus experiencias.