¿Qué significa hablar de inclusión en términos lingüísticos? ¿Quién está incluido (y quién no) en el discurso que habla (y por qué)? ¿Puede el lenguaje inclusivo resolver el problema de exclusión estructural de la lengua, que es a su vez la materialización de otras exclusiones estructurales y estructurantes de subjetividades (la clase social, la raza/etnia, la posesión de capital cultural, etc.), simplemente al usarse la “a”, la “e”, la “x”, la “@” o cualquier otro símbolo? En este lúcido texto –un referente en España y que ahora extiende la conversación a otras latitudes en una edición revisada y ampliada, con un prólogo de Yásnaya Aguilar– Brigitte Vasallo trasciende la discusión sobre la “incorrección lingüística” y sitúa el debate del lenguaje inclusivo en el campo de la práctica política. Para Vasallo, la respuesta radica en encontrar un uso del lenguaje que muestre desasosiego y genere ruido, y así, hallar nuevas formas de nombrar.