Sergio Hernández dice que siempre fue vecino del mar, tal vez porque alguna vez lo escuchó en una caracola, de esas que se ponía en las puertas y que siempre estaban cargadas de los ruidos del viento y de las olas. En las letras, sin exagerar, no ha sido un hombre dividido, se lleva muy bien con Mister Jekyll y Mister Hyde.