“Había usado a los pobres, ya no para ascender sino para sostenerme en el poder. La Revolución, sus historias y postulados seguirían como quimeras rescatables. Decidí difundirlas interesado en mantener la esperanza de los millones de mexicanos que forman la escalera por la cual trepan los políticos que observan serenos el deterioro de la población. Fueron momentos en que lo importante era lo que me beneficiaba. Así ejercí el poder. En ocasiones me vi obligado a sostenerme en promesas como la de acabar con la pobreza, propuesta ésta donde subyace la corrupción disfrazada de justicia social".