Juegos Florales empieza en Roma, donde un escritor fracasado recuerda acontecimientos que tuvieron lugar muchos años antes en esa misma ciudad. Para cuando esta novela extraña culmina en Jalapa su ritmo in crescendo, se ha desplegado ante nuestros ojos atónitos uno más de esos personajes que deambulan por los pasillos de la obra de Pitol manifestando su incapacidad para vivir y su facilidad para creer en sueños fantasticos, a veces grandiosos y a veces persecutorios.