INVIERNO DE UN LATIDO
NIÑO PRIETO, OMAR ARIOSTO
Un día tras otro, lentamente,
penetra cadda cosa con su hálito;
los objetos se animan, cobran
un rostro.
Emergen de la indecisión, hablan.
Reconocemos su voz,
no su lengua.
NIÑO PRIETO, OMAR ARIOSTO
Un día tras otro, lentamente,
penetra cadda cosa con su hálito;
los objetos se animan, cobran
un rostro.
Emergen de la indecisión, hablan.
Reconocemos su voz,
no su lengua.