Un día tras otro, lentamente, penetra cadda cosa con su hálito; los objetos se animan, cobran un rostro. Emergen de la indecisión, hablan. Reconocemos su voz, no su lengua.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información