La antología abre con guiños cosmogónicos al origen para representar la presencia y la individualidad: estar en el mundo; pasa al establecimiento de vínculos amorosos como una forma de instaurarse en el cuerpo para, a su vez, estar en la tierra; y viene la reflexión sobre esta lucha por la existencia y, hacia el final, ese resultar vencido: la muerte que, con la figura del Ángel, evita un fin determinante y abre la posibilidad (¿metafísica?) del retorno.