En la fascinante tradición argentina y latinoamericana del cuento, los doce relatos que integran Gigantes, de Martín Sansarricq, nos instalan en los ambientes cotidianos, en la seguridad del mundo conocido, en el que padres, madres, parejas e hijos atraviesan situaciones, conflictos y experiencias que no distan demasiado de los que vivimos, cualquiera de nosotros, a diario. Sea en México o en Argentina…
Sin embargo, las voces de los narradores creadas por Sansarricq se alejan, toman distancia, miran desde una perspectiva que no es la esperable y sienten la sutil transformación que opera en la realidad cuando esta se sale de foco. El extrañamiento, la porosidad de lo real, los intersticios por los que se cuela, por un instante y en apariencia ínfimo, el “sentimiento de lo fantástico”, que desvanece o empaña las certezas de la lógica y la razón, depositándonos en la incertidumbre, la perplejidad o la inquietud.
Escritos con sencillez y maestría, con una prosa diáfana y delicada, los relatos de Sansarricq participan de esta corriente de renovación del género fantástico que, sin olvidar a los maestros –Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares–, dialoga con las escrituras contemporáneas de Mariana Enríquez y Samanta Schweblin.
