Entre las cuestiones que suscita actualmente el desarrollo de la ciencia, las que plantea la genética del cáncer, dotada recientemente de un impresionante poder predictivo, se cruzan en el campo de la investigación psicoanalítica. Esto explica el encuentro de un psicoanalista y de un genetista el cáncer en un escenario en el que se consulta no al oráculo del destino, sino al médico que va a pronunciarse sobre el riesgo de ser portador de un gen, que quizá transmita una forma de cáncer. Donde lo opaco es la regla, irrumpe un poco de saber. ¿Cómo piensan la herencia y el destino, el consultante, el médico y el psicoanalista, cada uno desde su lugar? Ahí se abre, en una situación atípica para el analista, lo que permite su presencia: lo que separa al gen y al genio, el más acá del destino. Frente a lo real de la molécula, expuesto al discurso de la ciencia, ¿tendrá el paciente, y en qué condiciones, la posibilidad de seguir siendo el sujeto de un devenir no sujeto a los embates del destino?
