Pierre es un individuo común, alguien bastante corriente que un día, como cualquier otro, es testigo de la muerte de un vecino en la parada del autobús.
Como una fruta que al caer se hace añicos en el suelo. Como una explosión silenciosa que no cambiará el curso del mundo. Una vida que se extingue allí, de manera abrupta, sin previo aviso. Y a Pierre, lo afectará profundamente. Le hará reflexionar.
Así da inicio una odisea de lo aparentemente inútil, un viaje por la ciudad de París hacia lo esencial, a lo largo de la línea 69 de autobús, en estas calles y barrios donde nuestros contemporáneos se cruzan, se mezclan, se aburren, a veces aman y persiguen algo incomprensible.