Mientras el coche avanza por la carretera, Amy clava su vista en las nubes y sube el volumen de iPod; las únicas constantes en su vida parecen ser el cielo y la música de los Beatles. Su padre la está obligando por enésima vez a cambiar de casa, de ciudad, de amigos. Lo detesta, detesta ser la nueva en la escuela y detesta tener que escapar una y otra vez la posibilidad de una vida normal. A esto agregará un nuevo ingrediente: su vecino Arthur, un fantasma solitario, también amante del cuarteto de Liverpool y con aspecto de haber salido de una película retro. Tal vez este cambio no sea tan malo como Amy pensaba…