Tres acotaciones marginables
El más radical de los logros de esta escritura quizás sea el de hacer del poema un constante hacerse que nos coloca ante la presencia/pre-esencia del decir. El poema intensifica a partir del lenguaje el existir. Pide fisiología. O el lector deviene poema o de nada sirven teorías ni poéticas.
Esta escritura es cuerpo. El cuerpo la incorpora por la voz, no por la meditación sobre sus referentes u objetivos. La lectura pone en marcha una voz y la voz un encendimiento. El sentido que libera la lectura es volátil, humo que asciende, llena los pul-mones, se hace entusiasmo.
Humo, ola. La lectura nos coloca ante el momento en que el sentido comienza a elevarse. Pero la medida de ese tiempo no es el poema. El poema es la hoguera. El momento en que el sentido prende es el momento en que se esfuma. Como los surfistas que solo navegan en la cresta de la ola. No van a ningún lugar. Mar y cuerpo. Regresar una y otra vez a la rompiente. Estos poemas son oleaje.