¿Qué hace ser Estado al Estado? Dicho con otras palabras, ¿por qué un pequeño grupo de personas tiene autorización para ejercer el poder sobre los demás?, ¿son las más fuertes, las más inteligentes, las más capacitadas, las mejor preparadas? No. Al menos no siempre ni necesariamente. El que estén autorizadas a gobernar se debe a un misterioso procedimiento que los filósofos políticos llamaron Estado. Éste es el nombre de un proceso contradictorio por medio del cual una comunidad queda cohesionada por ilusiones, por mitos, por ficciones, como la nación, la soberanía del pueblo, la democracia? Ese fetichismo llega a su expresión más extrema cuando una persona queda investida con el poder supremo, legitimada mediante el procedimiento por el que fue elegida, o por su carisma, o por la fuerza de la costumbre.
El Estado, que es moderno complementa ese mundo de ficciones, verdaderos agentes del poder, que mantienen unida a la sociedad. El vínculo entre las personas mediado por una abstracción adquiere en el mundo moderno el nombre de forma-valor. La mercancía y su precio son universales y evidencian que las relaciones entre seres humanos no son directas sino que se encuentran mediadas por expresiones simbólicas. Lo mismo acontece con el Estado. El hecho de que sean ficciones, ilusiones o fantasías no significa que no sean reales. ¿Qué hace, pues, ser Estado al Estado? El complejo proceso de unificación simbólica de la sociedad. A este proceso corresponde el concepto de estatalidad. ¿Cómo ha cambiado en los últimos tiempos? Este libro quiere ser una contribución a una respuesta plausible.
