El surgimiento de la novela fue posible en la medida en que los dioses iban muriendo. Mientras el hombre creyó que era hijo de los dioses se esforzó por vivir como servidor de sus propios fantasmas fetichizados.
Se necesita, entonces, que el dominio progresivo del hombre europeo sobre la naturaleza y la sociedad se acreciente en una medida tal que permita descubrir su soledad de adulto y, por consiguiente, las primeras nociones de su responsabilidad como sujeto de la historia, para que narrar se convierta (...) en la forma artística más idónea de suplantar al padre magnifícado, de reemplazar y humanizar al Creador...
La novela moderna surge así cuando la narración aspira a una totalidad omnisciente y se convierte en el género de la aventura viril por excelencia.